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jueves, 28 de marzo de 2013

¿Por qué no llevo las uñas pintadas al hospital?

Estos días estoy siendo lo más parecido a un médico que seré en un tiempo (yo pensé que tendría algo más de tiempo...pero mira, se ve que no). El caso es que me paso las mañanas (o las tardes, según toque) rondando por el hospital o el centro de salud, y desde que empecé el rotatorio, mis uñas no han visto una gota de pintura.
Veamos...yo no me pinto las uñas porque sea bonito y femenino (sic) si no porque fue la única manera que encontré de no mordérmelas. Sí, carezco de autocontrol y aunque no llegaba a estos extremos me daba bastante asco pensar en la cantidad de bichos que podía estar metiéndome dentro y fue la solución más práctica que encontré.

No es la primera vez que alguien ajeno al mundillo sanitario me pregunta por qué no voy al hospital con las uñas pintadas y el motivo es el mismo que me hace no llevar anillos (de poco sirve lavarme bien a conciencia las manos, si dejo los anillos albergando bonitos Stafilos), recogerme el pelo o usar la bata lo justo y necesario (y normalmente nunca fuera de zonas más o menos limpias): higiene.  Como de la bata ya se ha hablado mucho, y de hecho incluso hay países, como Reino Unido, en los que se recomienda utilizarla, como mucho, de manga corta (de hecho, en muchos centros se prohibe llevar cualquier cosa más allá del codo), voy a centrarme en las manos.


La verdad es que realmente no se ha demostrado que el uso de pintauñas de por sí aumente la probabilidad de ir repartiendo bichillos por ahí, siempre y cuando el esmalte esté en condiciones.
Es decir, que si se salta (cosa normal, y más si pensamos en la esponja de lavado quirúrgico) o tiene irregularidades, en esos huecos podrían quedar restos de suciedad, al igual que puede ocurrir con unas cutículas muy manipuladas.
Por lo tanto, cosas como la manicura caviar, azúcar y horrorosidades como la de peluche (que enlazo por no herir sensibilidades) son moderneces a evitar.
Y ya, quedándonos en lo obvio, si la parte superior de la uña está pintada no resulta demasiado fácil comprobar si queda algo de porquería bajo el borde libre. 


De lo que sí hay pruebas es de que unas uñas de más de 2 milímetros de largo, así como el uso de uñas postizas, anillos, pulseras o relojes aumentan la probabilidad de ser organismo transmisor de enfermedades, así que personalmente, prefiero no utilizarlas al menos en el centro de trabajo.

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-Factors interfering with the microflora on hands: a regression analysis of samples from 465 healthcare workers
-Artificial nails: are they putting patients at risk? A review of the research.
-Hand adornment and infection control

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