Los horarios, la felicidad y el zumo de tomate

Soy como los niños pequeños. No, no lo digo porque lleve carpetas de Pocoyó, me encapriche con peluches (preciosos por otra parte) o por mis recientes manías a la hora de comer (yo, esa bolita de pequeña que tenía miedo en convertirse en Winnie the Pooh ahora con remilgos cuando me siento a la mesa. ¿Quien la iba a decir?)
Entonces, ¿Por que?
Pues porque he descubierto que si no tengo unos horarios que seguir, me vuelvo loca. No soy precisamente una persona ordenada (más bien todo lo contrario) así que levantarme siempre a más o menos la misma hora, acostarme a horas similares, hacer las comidas recomendadas, cuando además tengo que ocuparme de ir a clase, estudiar, preparar la comida y mantener algo de vida social pues a veces se me olvida.
Y es que si no lo hago me pongo de muy mala leche, en una de sus dos versiones. Sí, está la versión irascibililla, conocida por mis ironías casi constantes y borderías repentinas y la versión mala leche-triste, que es la que más me jode, porque la otra al fin y al cabo suele afectar a los demás (normalmente a los demás que me caen mal, con lo cual, no hay problemas graves...como mucho daños colaterales si nos ponemos tiquismiquis)
No es nada que un bocadillo de Nocilla no pueda rebajar, pero aún así, aquí estoy preparando mi lista de comidas para esta semana (sí, lo preparo el lunes y así me evito pensar el resto de semana y tenerlas hechas cuando cerca de las 3 llego a casa)

Por lo demás, lo más llamativo que me ha pasado hoy es que en el Super se me ha caído una caja de tomates cherry (juraría que ni la toque pero en fin...) y al golpearse contra el suelo se ha abierto, el espectáculo de tomates desparramados por el suelo era dantesco (y más que lo habrá sido cuando alguien los haya pisado) Los imaginé suplicando ayuda, lamentándose por terminar así después de haber esquivado la posibilidad de convertirse en ketchup. Esto me ha hecho pensar en lo triste y dura que puede llegar a ser la vida de una hortaliza (para que luego digan los vegetarianos)
Desde aquí le digo a la persona que lo haya tenido que limpiar, por si por casualidad me lee, que ha sido sin querer. De verdad que sí.


También puedo contar que soy FELIZ cuando de verdad importa a pesar de las rayadas momentaneas y los ratos de agobio. No es ninguna novedad reciente pero ¿qué pasa? me apetece decirlo.