El día que me escapé de una mafia de pirados que pagan por asesinar (I)

Un día cualquiera me subí a mi querido tranvía 22, sola.
Fueron pasando paradas y cuando me tenía que bajar…
Un segundo.
Juraría que estamos haciendo la ruta del 26, porque esto no me suena a Hospital.
Voy a esperar a la siguiente parada a ver.
Krematorium.
Krema qué????????????

No, si ya lo sabía yo. El conductor no solo está loco, si no que está compinchado con los chalados de Hostel . Lo sé, no estoy buena. Pero soy un blanco perfecto porque seguro que si me torturan, hago ruidos graciosos. Y más si lo hacen en un horno.
Seguro.

Bueno, hemos parado en una estación de Metro. Ya sé. Me bajo, me libro de este zumbado, y voy hasta la estación de autobuses en la línea verde.
Luego cojo el autobús, llego al tranvía y vuelvo al hospital como si nada hubiera pasado.
Soy una genia (con un terrible sentido de la orientación que me hace dar mil vueltas, pero una genia)
Tititititi metro
Titititititi autobús
Tititittititi tranvía

¿Pero qué coño?
Venga…me bajo de nuevo y a ver que encuentro.
Un autobús que se llama x22…en este país eso ya es sospechoso, que es la cuna del porno. Pero venga, voy a subir, que pone que para en mi parada, así que será sustituto del tranvía. Estarán en obras o algo así.
Paramos una vez.
Paramos otra.

Ablablalbalblablaba blablalbalba.
No sé que coño dice el conductor, pero el otro señor que va en el autobús se ha bajado, así que me bajaré. Con los gritos que pega tampoco hay más opciones.
Doy vueltas por la zona y el señor que se bajó del autobús, que se parece a Savater (Fernando, no Leticia) me habla en checo. Le digo que no le entiendo, que si habla inglés.
Un poco.
Llegamos juntos a la conclusión de que el bus en la otra dirección nos dejará donde queremos.
Y nos deja, menos mal.
Porque llegué una hora tarde al hospital…para un día que me levanto con tiempo de sobra…